Dicen que los cambios siempre son buenos, pero no estoy tan segura.

Como algunos saben, había un rinconcito en Polanco donde se podía tomar té rodeado de plantas y un ambiente vintage que hacía feliz a cualquiera que cruzara sus puertas. Eso era Theodor, una casa de té a dos cuadras del Parque Lincoln con todo el carisma del mundo y uno de mis lugares favoritos. Si no tuvieron la oportunidad de conocer este lugar maravilloso, les dejo mi post con mi experiencia aquí.

Y bueno… escribo en pasado porque Theodor se fue… Hace algunos meses dejé de ver sus posts en redes sociales y pensé que se estarían renovando… De repente y sin avisar, un buen día dejó de ser Casa de Té para convertirse en boutique del restaurante de a lado que parecía absorber el espacio poco a poco mientras ponían esas mesas de restaurante en lugar de las salitas con mesas bajas para tomar té. Y el fin de semana pasado, lo impensable (y ¿quizá inevitable?) sucedió, un letrero de “Nomu” decora ahora la entrada de mi querido Theodor 💔 Y como dice Luis Miguel, pensé “NO! NO ME PUEDES DEJAR ASÍ! SIN SABER POR QUÉ TE VAS NONONO NO!”

De más está decir que se me partió el corazón de ver un nuevo nombre en la puerta, pero lo que en verdad me hizo sentir como si hubiera perdido a un gran amor, fue ver que ahora las latas de té adornan los estantes entre botellas de licor y ya no se servirá Theodor.

Queda una que otra lata de Theodor por ahí, y algunos kilos de té guardados en la bodega, pero el cariño por el té se fue junto con Theodor. Ahora, el té lo preparan baristas del restaurante que parecen no tener idea de cómo preparar un té, las teteras con temperaturas programables para asegurar la preparación correcta se fueron también y la barra de té comparte espacio con la barra de licores y la máquina de espresso (sin mencionar esos timers en forma de pollo que tienen para medir el té ¿?).

De ninguna manera quisiera decir que compartir espacio con otras cosas esté mal, al final, sé qué hay un negocio que cuidar, pero no puedo entender qué razones se pueden tener para abandonar un concepto de espacio dedicado al té y su experiencia que tenía el posicionamiento y fidelidad de sus clientes que Theodor tenía.

No me queda más que agradecerte Theodor, por todo lo que me regalaste en el último año, hay muchísimo que recordar, pero hay momentos que quisiera guardar aquí para que nunca se olviden. Como la primera vez que cruce tus puertas y sonreí como nunca, la vez que probé Travel to India en un frappé y sentí paz interior, las veces que pasé ratos felices y relajados en tus salitas, las pláticas y aprendizajes de la mano de los baristas, la vez que tuviste un Fashion Show… Fue en tus salones que descubrí mi pasión por el té y el post de mi experiencia entre tus paredes con latas de té y plantas colgantes el más leído y más compartido en la historia de TeaRoom.

No me queda más que agradecer a todas las personas que hicieron posible que Theodor nos regalara momentos increíbles, a las personas que nos compartieron y contagiaron su pasión por el té y siempre nos recibieron con los brazos abiertos. Espero que Nomu logre enamorados por el té, pero en mi corazón, Theodor siempre será ese lugar mágico donde el té y quienes lo comparten tuvieron un espacio perfecto.

Espero encontrar un nuevo lugar que despierte en mí el cariño que tuve por Theodor, pero por lo pronto, gracias por tanto cariño al equipo de Theodor y espero nos volvamos a encontrar.

– Ichi-go ichi-e