Gracias por tanto México

Aquí estoy, insegura de qué escribir, cómo empezar, cómo no ser insensible, cómo ordenar tantos sentimientos e ideas. De algo estoy segura, ver la destrucción, la tristeza y el orgullo que ha causado el sismo del pasado 19 de septiembre, se siente como ninguna otra cosa en mi historia.

Sé que este es un espacio de té, pero pienso que escribir también es un proceso de sanación, como lo es tomar té. Espero que estas palabras generen un poco de tranquilidad, sean un espacio de reflexión y memoria, un catalizador de acciones futuras inspiradas en lo que se siente estar en una ciudad que se mueve desde sus cimientos.

Y lo más curioso e inspirador de esto, es que la ciudad no se mueve solo desde sus cimientos literales, también se mueve al instante de una tragedia, también se mueve de tantos pasos que se dan para ir a ayudar, se mueve de tantas manos moviendo cajas, se mueve porque los mexicanos le dimos vida. Gente maravillosa y chingona, como decimos los mexicanos, salió a las calles después de sentir la tierra sacudirse (o la temblorina como se le conoce también)  a ayudar en lo que pudiera, después más gente salió a comprar agua y comida para aquellos que ayudaban, después aún más salió en sus motocicletas para hacer llegar lo que se necesitara de manera rápida y eficiente, porque la ciudad se había paralizado, y desde entonces, la ayuda y la disposición de ser solidarios no se ha detenido, al punto que hace a uno preguntarse ¿de dónde sale tanta gente?

Tampoco se han detenido las historias que tocan el alma y estrujan el corazón. Algunas increíblemente tristes, de pérdida y de impotencia, como la de la familia de Erick, que me rompió el corazón en mil pedacitos mientras veía que su hermana le gritaba al pie de los escombros “Te amamos, estamos bien, te estamos esperando”. Siendo una hermana, me llena de lágrimas y tristeza ver algo así, siento empatía por algo que no me puedo ni imaginar, pero también una admiración indescriptible por la fortaleza y gentileza de esta familia, mientras agradecía de corazón a todos los voluntarios por su arduo trabajo, por darles la oportunidad de despedirse de Erick, por ser héroes incansables que lo intentaron todo para lograr un rescate.

Y así como esa, hay tantas historias tan tristes que de verdad hacen el corazón bolita, lo hacen desear que nada de esto hubiera pasado, lo hacen pedir al cielo y las estrellas que tantas personas encuentren consuelo y paz pronto, que nos permitan ayudarlos a levantarse, que sanen un poquito cada día.

Por otro lado, también encontramos historias inspiradoras que también encojen el corazón, pero esta vez por tantas muestras de generosidad y cariño por los demás. Desde las brigadas de voluntarios en fila porque hay demasiada gente intentando ayudar a quitar escombros, hasta la Cruz Roja implorando que ya no se presente más gente como voluntarios porque ya había demasiados. Restaurantes prestando sus cocinas para que voluntarios entraran a preparar comida caliente para los brigadistas, gente saqueando (figurativamente) los supermercados hasta desabastecer material de curación, agua, jamón, atún y pan para sándwiches, gente haciendo cadenas infinitas para cargar despensas a camiones, gente haciendo vallas en zonas de desastre para liberar pasillos para camillas y ambulancias mientras la lluvia caía sin piedad sobre sus hombros, cientos de puños cerrados en alto para pedir silencio e intentar encontrar personas entre los escombros…

Esos puños en alto, la imagen de esos momentos se me quedó grabada en la mente y se me llenan los ojos de lágrimas al pensarla. Esos puños en alto que primero pidieron silencio, ahora son un gesto de fuerza, de resiliencia, parecería que ese gesto es un grito, un grito de guerra de los mexicanos mientras nos levantamos de nuevo.

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Como mexicana, ver la reacción tan increíblemente generosa de mi gente ha crecido en mí el gran orgullo que tengo por esta tierra, por su gente, por sus fuerzas armadas, por sus equipos de emergencias y por su fortaleza que parece infinita. De todo corazón, gracias México por ser tan grande, gracias Ciudad de México por ser única, solidaria y chingona como tú sola, gracias porque cuando tembló, hicimos temblar de regreso.

¿Ustedes cómo han vivido estos días? Si quieren, pueden platicarme en los comentarios o por DM en Instagram, me encantaría escucharlos. Fuerza México.

– Ichi-go ichi-e 

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