Genmaicha: la leyenda y el sabor

Entre su leyenda y sus aromas, esta mezcla es inigualable. 

Podemos encontrar miles de sabores de té, existen mezclas con prácticamente cualquier planta, fruta o raíz y existen diferentes tipos de té dentro de la misma “familia”. Tal es el caso del té verde y algunas de las diferentes preparaciones (o más bien, estilos) dentro de esta categoría, como el matcha, genmaicha, sencha, entre otros (Nótese que todos terminan en “cha” porque es la palabra para té en lenguas orientales).

Hoy les platicaré de uno de mis favoritos del momento: el genmaicha. Es chistoso, porque conforme pasa el tiempo y probamos diferentes tés, es muy posible que tengamos épocas en las que nos comprometemos con algún estilo en particular, para ir evolucionado a otros, usualmente contrarios. A mi entrada al mundo del té, no creía mucho en este tema de los favoritos temporales, pero créanme, es muy muy cierto.

El genmaicha entonces, es una mezcla de origen japonés muy especial: contiene hojas de té verde estilo sencha y arroz tostado. Cuenta la leyenda que una tarde, el sirviente de un samurai le servía té a su amo, cuando por accidente, dejó caer granos de arroz desde sus mangas a la taza (Las mangas de ciertas vestimentas tradicionales japonesas, como las de los kimonos, son bastante amplias y tienen bolsitas integradas en la parte interior) y el samurai, enfurecido porque ya no podría disfrutar de su té, le cortó la cabeza. Volvió a sentarse y decidió probar el té para descubrir que tenía un sabor increíble: ahumado del té y amaderado del arroz tostado, y en honor a su sirviente, Genmai, desde entonces se le conoce como Genmaicha -el té de Genmai- a esta mezcla.

Algunas versiones modernas del Genmaicha incluyen maíz inflado (literal como palomita de cine) e incluso matcha. Aunque es cuestión de gustos, estas variaciones mantienen el balance entre las notas marinas del té verde (como a alga) y las tostadas del arroz.

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En mi experiencia, la mejor forma de disfrutar un genmaicha es calientito y sin endulzar. Su sabor es delicado y bien preparado, no tiene notas amargas, haciéndolo ahumado, tostado y delicioso. Digo (escribo hahaha) bien preparado, porque el Genmaicha es una de las mezclas de té que más trabajo me han costado preparar.

Con sus notas delicadas, he descubierto que respetar la temperatura del agua para infusionar el Genmaicha es crucial (el agua tiene que estar entre 75-80 grados Celsius, es decir, en ese punto que está más caliente que tibia pero antes de romper hervor) y que la mejor taza es la de segunda infusión, es decir, hay que “enjuagar” las hojas antes de tomar la infusión para relajarlas y lograr la mejor extracción de sabores.

Fallar en la preparación del Genmaicha resulta en el té volviéndose mega amargo, incluso intomable y solo empeora mientras se oxida (y se enfría). Es algo muy feo, pero catártico mientras aprendemos a respetar la sencillez y delicadeza del té.

El Genmaicha lo podemos re-infusionar por lo menos dos veces más sin necesidad del enjuage y es increíble probar las diferentes versiones de té que nos puede regalar la misma porción de hojitas y arroz.

¿Han probado esta combinación? ¡Platíquenme en los comentarios!

– Ichi-go ichi-e 

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